Condenada a ser carne de cañón — Capítulo 16

Matar sin pestañear

La mujer a la que el protagonista dejó escapar no era otra que Lin Qianzi, pero, en este punto de la historia, su capacidad para escabullirse de los hombres del príncipe era más bien lamentable. Aún así, se notaba que había estudiado las distintas rutas de huída; después de saltar al agua, se metió en una choza de madera y volvió a salir como la hermosa mujer que era, antes del camuflaje. 

Una vez se deshizo de los ropajes de siervo, sus perseguidores le perdieron el rastro, de modo que correteaban de un lado a otro sin rumbo fijo. Todo iba según su plan, pero a pesar de ello, se sentía un tanto deprimida. ¿No era su prometido demasiado violento? Incluso ordenó que golpearan a una mujer hasta matarla. A pesar de ser increíblemente atractivo, vivía fingiendo ser alguien que no era, y eso la aterraba. No sólo eso, la mujer con la que había hablado, parecía ser su concubina. Jamás pensó que tendría a una mujer tan hermosa a su lado. ¿Quién, en su sano juicio, teniendo a tal belleza a su alcance, miraría a otra mujer? 

«Já, ¡ni de broma!» pensó. En cuanto se cambió, volvió directa a casa. Al entrar al patio, una figura blanquecina la esperaba. Iba a salir corriendo, pero aquel hombre levantó la voz.

—¿Qué ocurre prima? ¿Seguirás huyendo?

—Ehm—. Dio varios pasos hacia atrás—. Primo, ¿cómo supiste que era yo?—preguntó con una sonrisa de lo más tímida. 

—Jej, ¿cómo podría confundirte con otra? Ya te lo advertí: provocar al príncipe no es una buena idea. ¡Pero aún así lo hiciste! ¿Qué?, ¿qué tal se siente?, ¿estás satisfecha con tu prometido? Hm, si lo juzgamos por su apariencia, es de lo mejorcito—. Todo lo que salía de su boca, en ese momento, sonaba como una broma cruel y despiadada. Adoraba a su querida prima y jamás pensó que su tía realmente la emparejaría con ese asesino sin corazón.

En su rostro se mostraba toda la angustia que había sentido en ese momento y, sin pensarlo dos veces, se lanzó a los brazos de su primo llorando.

—Primo, ese hombre—dijo—. Me asusta tanto. Me asusta tantísimo—sollozó—. Mató sin siquiera pestañear. ¡Realmente ordenó que asesinaran a una mujer a golpes! Y—hizo una pausa para ordenar un poco sus pensamientos—. Y esa mujer, su concubina, es muy bella y amable. Ni siquiera me mirará cuando nos casemos. ¿Qué hago? ¿¡Qué debería hacer!? No quiero casarme con él. ¡No quiero!

—Lo sé, lo sé—. Ji Zhangshu le estaba acariciando la cabeza mientras la escuchaba preocupado—. Haré todo lo posible para ayudarte—dijo con mucho cariño.

—Primo, ¿puedes ayudarme a huir? Solo necesito un lugar donde esconderme un tiempo, para no tener que casarme con él—. Sus lágrimas acabaron por empaparle la ropa, y el hombre no pudo evitar sentir aún más pena por ella.

—Bien—dijo, cayendo rendido frente a sus súplicas—. Haré lo que sea por ti.

Lin Qianzi asintió, agradecida, antes de volver a abrazarlo para seguir llorando y escondiéndose del mundo en sus brazos. Cuando volvió a pensar en la penetrante y fría mirada del príncipe, se sintió aún más incómoda. 

❀ ◦ ❀ ◦ ❀

Bai Xiangxiu estaba cuidando de las plantas que había sembrado en su jardín, que, a decir verdad, tampoco eran demasiadas, pues el tiempo no favorecía la jardinería; hacía demasiado frío como para poder tener más vegetación. 

Cuando se cansó de juguetear con sus flores, volvió hacia su cactus, Huo’er, y se encontró con un retoño que brotaba de su cuerpo. ¿Se estaba reproduciendo1?

—Ah, pica. Pica mucho—. No estaba acostumbrado a ese nuevo brote, notaba mucho picor y no paraba de quejarse. 

—Hey, vamos. Aguanta un poco, anda, una vez crezca, tendrás un compañero—. Le parecía que la vocecita había madurado mucho con el tiempo, pero a pesar de ello, seguía pareciendo la voz de un niño, y no podía evitar tratarlo como tal.

—Aguantará. Huo’er lo aguantará. Pero Huo’er quiere sentir la brisa. Quiere luz solar—. El pequeño cactus era siempre adorable cuando hablaba con Bai, así que, ésta nunca se podía resistir a sus peticiones; lo acercó a la ventana y la abrió para que sintiera tanto la brisa, como la luz del sol que quería. Al hacerlo, una ráfaga de aire frío la golpeó en la cara, recordándole que seguíaçl siendo invierno.

—Ah—exclamó Xiao Shi—. Señorita Xiu, ¡no debería hacerlo! ¡Puede resfriarse otra vez!

—Está bien, no te preocupes. Déjala abierta un rato y ciérrala más tarde—. En cuanto dio las órdenes, fue a lavarse las manos.

Estos últimos días le estaban resultando agotadores, así que su único deseo era descansar; de modo, que antes de que se pusiera el sol, dando paso a la noche, ya estaba acostaba en la cama, aunque sin haberse quitado la ropa todavía, pues no pretendía dormir, sino solo reposar un poco. 

Recostada en la cama, trataba de recordar si en el libro se mencionaba algo sobre la protagonista espiando a Long Heng. Seguramente, en cuanto escapó esa mañana debió de empezar sus planes para huir de su matrimonio. Y, ahora que lo pensaba, hoy se decidía la fecha de la boda; tendría lugar en marzo del próximo año y ella moriría en mayo, sino lograba escapar antes. 

Llevaba ya un tiempo reflexionando y llegó a cansarse un poco de tanta actividad mental. Justo en el momento en que el protagonista decidió ir a visitarla, trayendo consigo a un par de personas más.

❀ ◦ ❀ ◦ ❀

Estaba bastante feliz cuando escuchó a esa mujer protegiendo su reputación ese día frente a la provocación de su prometida; así que le pareció adecuado venir a sus aposentos y pasar allí un rato. Era obvio que no se trataba solo de «pasar el rato», sino de estar juntos. Trajo varios regalos para la muchacha, y planeaba, incluso, pasar la noche allí. Lo de los regalos fue idea de uno de los pajes que estaba a su lado y, aunque se sintiera incómodo haciéndolo, pensaba que era su deber el esforzarse un poco en conquistar a su primera mujer.

¿Quién, sin embargo, se esperaría ver algo tan sorprendente al entrar? Xiao Shi estaba durmiendo apoyada en una de las mesas, y Bai Xiangxiu, aún completamente vestida, en su cama. A pesar de que el suelo estuviera completamente limpio esta vez, la ventana estaba abierta de par a par, por lo que no pudo evitar fruncir el ceño. Aunque no fuera más que una mera concubina, seguía teniendo cierto estatus social. ¿Por qué, entonces, trataba a su sirvienta de forma tan casual?

—Cerrad la ventana—ordenó molesto.

El paje que estaba fuera se apresuró a entrar para cerrarla, sin embargo, como tenía demasiada prisa, no se dio cuenta de que Huo’er estaba allí, y se pichó, con fuerza, la mano. 

—¡Auch!— No sabía que las espinas de esa planta eran tan peligrosas, así que su grito fue auténtico; realmente lo había asustado. Cuando se pinchó, instintivamente, empujó la planta que, perdiendo el equilibrio, cayó al suelo.

—¡Ama!—gritó de dolor y desesperación, entre los trozos de lo que antaño era su maceta—. Sálveme. ¡Sálveme, ama!

—¿Qué? ¿Qué ocurre? ¿Salvar a quién?— Bai se levantó de golpe y corrió aterrorizada hacia su pequeño Huo’er. Cuando lo vio tirado en el suelo, sintió una puñalada en el corazón y se apresuró a levantarlo. 

—Oye, para. ¡Tiene espinas!— Cuando el príncipe vio que corría hacia la planta, estando descalza e iba a cogerla sin dudar se apresuró a detenerla. 

Cuando lo escuchó, se quedó paralizada en el sitio y, lentamente, se giró hacia él. Estaba pálida y en sus ojos se notaba tanto la confusión como el temor que sentía. Sin pensarlo demasiado, se arrodilló ante el.

—Saludos a su alteza.

«¿Por qué?, ¿por qué está aquí?, señor guionista, ¿no puede usted irse más por las ramas?» 

—¡Levanta!— Las acciones de esa mujer lo dejaban, literalmente, sin palabras. A pesar de que le hubiera ordenado que se levantara, ella seguía de rodillas, recogiendo los trozos rotos de la maceta. «¿Realmente soy menos importante, para ella, que una planta extraña?»—. Esa cosa es demasiado peligrosa. ¿Por qué no la tiramos y ya?

—¡No puedes hacer eso! No puedes matarlo así como así—dijo, exaltada, mientras abrazaba el cactus de forma protectora, como haría una madre con su bebé. En ese instante, el afecto que Long había empezado a sentir por ella se desvaneció. 

—En tal caso, vive el resto de tu vida con esa cosa. 

«¿No me había estado defendiendo hacía un rato?, ¿por qué, entonces, me estaba mirando así por una estúpida planta? ¡Já, sí que tiene agallas, sí!». El príncipe se fue resentido, dejando atrás a Bai y su sirvienta perplejas. Aún después de que se fuera, ninguna de las dos fue capaz de asimilar al cien por cien lo que acababa de pasar; no sabían si fue un sueño o la realidad.  

—Señorita Xiu, ¿acaba de venir su alteza o eran alucinaciones mías?

—¿Probablemente no lo eran?— ¿Qué le estaba pasando al protagonista? ¿Puede que la historia original simplemente no mencionara cosas? Como se fue igual de rápido que vino, Bai pensó que la única razón de su visita fue para molestarla, sin tomar en cuenta ninguna otra posibilidad. 

Long Heng estaba con el ánimo por los suelos. Primero su prometida se coló en el castillo para espiarlo, y, lo que es más, saltó al agua delante de todos esos hombres para escapar, hundiendo por completo su dignidad. Y cuando, por fin, encontró a una mujer capaz de hablar por él, se topó con que la planta de la que cuidaba, era mucho más importante para ella que él mismo.

[simple_tooltipcontent=’Traducción: Nebbia Edición: Naiarah’]*Créditos*[/simple_tooltip]

Capítulo anteriorCapítulo siguiente

Lista de Capítulos

Bookmark

No account yet? Register

No robes contenido!!!