El toro por los cuernos
Después de que Mary saliera, con esos deseos en mente, Elise sorbió tranquilamente su té.
—Sí, no hay forma de que pueda idear una solución en este estado—fijó la vista en el suelo pensativa— Sólo hay una salida.
Dejó la taza sobre la mesa mientras murmuraba para sí misma.
—Tengo que encararlo directamente, hablaré con el Emperador. No hay otra forma.
Ahora mismo, los pensamientos de Elise eran los de Song Jihyun. Podría verse débil pero era la cirujana Song hasta la médula. En su anterior vida, nunca le daba rodeos a los problemas, los enfrentaba de cara.
Coger el toro por los cuernos, siempre fue su forma favorita de solucionar sus problemas. «Puede que me encierren», no hacía tanto que reclamaba ese compromiso y ahora iba a cancelarlo. Aunque el emperador la considerara su sobrina, estaría en su derecho de enfadarse.
—Pero no puedo hacer nada más. Aunque me encierren, debo soportarlo. Este compromiso debe suspenderse.
Necesitaba un plan, y uno eficiente. Debía idear algo que de algún modo redujera la ira del Emperador, pero que al mismo tiempo garantizara la disolución del compromiso.
❀ ◦ ❀ ◦ ❀
El día de la audiencia con el Emperador llegó antes de lo esperado. Invitó tanto al padre como a la hija, el Marqués y Elise.
—«Está tratando de ver a la futura Princesa heredera, ¿no?»
No era la primera vez que Elise se reunía con el Emperador. Era cercano a su padre, así que la conocía desde joven y la adoraba como a una sobrina.
—¿Qué tipo de vestido debería encargar al diseñador Evian, señorita?
—No, sólo usaré alguno de los que tengo.
—Bien, pero… ¿está sergura?
—Sí, ya tengo muchos vestidos, no necesito otro más.
—Pero…
«Es tirar el dinero», pensó mientras asentía. Cada vez que asistía a un baile o reunión en palacio, compraba un nuevo atuendo. Siempre de la mayor calidad, si vendiera todos los vestidos de su armario tendría en sus manos una pequeña fortuna. «No necesito todo eso».
Durante su vida como Song Jihyun, nunca se había preocupado demasiado por su aspecto. No tenía el tiempo ni las ganas, y lo más importante, se dio cuenta de que no importaba después de lidiar con la muerte a diario. «Lo más importante es la belleza interior». Con esos pensamientos en mente entró al vestidor. Aunque ya se había deshecho de varios conjuntos, todavía quedaban suficientes como para cegarla con tanto brillo.
—¿Qué tipo de vestido deberíamos elegir? ¿Qué tal este?
Mary sacó un vestido rojo. Era tan llamativo como una rosa. En contraste con la piel blanca de Elise, se vería como una flor si lo vestía.
—No, ¿no hay otro más apropiado que ese?
—¿Qué le parece este?
—No, demasiado extravagante…
Mary fue sacando uno tras otro pensando en las preferencias de su señorita, pero Elise los descartó todos. Levantó la mirada y observó el ropero, «no hay nada que ponerse».
A diferencia de en su primera vida, en la segunda fue doctora, así que odiaba las ropas extravagantes y lujosas. «Unos zuecos y una bata blanca son lo mejor. Pero no puedo encontrarme con el Emperador vestida de esa forma. ¿No hay nada más sencillo? Tiene que ser limpio y elegante al mismo tiempo…» Iba a reunirse con el gobernante del Imperio, no podía vestir cualquier cosa. Seguía buscando algo apropiado y agraciado al mismo tiempo.
—Usaré esto.
—¿Está segura, señorita?
—Sí, me gusta este.
Elise asintió ante el sencillo vestido blanco.
—Señorita es tan hermosa que uno más llamativo la favorecería más.
Mary no estaba del todo satisfecha con su elección pero Elise se rió.
—Como siempre, Mary.
—Sí, ¿señorita?
—¿Llegará lo que le pedí al mayordomo?
—Sí, señorita. Pronto estará en la residencia.
—Muy bien, gracias. Y confirma con el mayordomo de nuevo para que llegue a tiempo.
—Sí, mi señorita.
Elise miró por la ventana. «Quedan tres días». No era una exageración decir que el resto de su vida dependía de esa reunión con el Emperador. «No importa cómo, debo conseguirlo».
Estaba determinada a salvar su vida y la de los suyos.

*Créditos*
Comentarios recientes