El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 1

Siete meses de embarazo

Todo su cuerpo ardía. Ardía tanto, que parecía que la arrojaron ni más ni menos que a un volcán en plena erupción. Sentía que lo único que podía aliviarla en ese instante era el hombre que se encontraba frente a ella, por lo que la joven no encontró otra solución que aferrarse con fuerza casi inhumana a su nívea y helada piel; era su única esperanza. Parecía haber perdido todo instinto de supervivencia.

Cuando el dolor por fin pasó, sintió como emergía el placer, explotando, cual fuegos artificiales, en su mente. En aquel momento, parecía estar flotando en un mar de fuego cuyas feroces olas la llevaban de un lado a otro, no haciendo más que levantarla para luego volver a hundirla. Ya no había escapatoria.

—¡Oye! ¡Despierta! Venga, que hace mucho frío aquí. Si sigues durmiendo, te resfriarás. —En cuanto sintió un peso en sus hombros, Ning Xi se despertó de golpe y su mirada desorientada se encontró con la de la enfermera. 

En cuanto recordó aquello con lo que había soñado, quiso que la tierra la tragara viva y que la mujer que tenía enfrente dejara de mirarla. Notó cómo se sonrojó y, enseguida, avergonzada, apartó la mirada. ¡Maldita sea! Ya había pasado mucho tiempo desde aquella noche en que se emborrachó y se acostó con Su Yan, pero los recuerdos la perseguían a día de hoy. Por suerte, como se le fue la mano con el alcohol, no recordaba bien lo que había ocurrido, y menos mal, porque de no ser así no tenía ni idea de cómo le miraría siquiera a los ojos.

—Olvidaste tomar el informe de tu embarazo. —La enfermera no podía preocuparse menos por lo que atormentaba a la muchacha, así que, nada más la despertó, le pasó unos papeles que tenía en las manos—. Si el doctor Zhang hubiese visto que los habías dejado, haría que regresaras.

Con una dulce sonrisa cogió el informe y lo guardó en su bolso. Esa noche volvía Su Yan y no pudo evitar sentirse nerviosa en cuanto pensó que se verían. El chico se había ido a un lugar bastante remoto, y le fue imposible contactarlo a lo largo de estos siete meses de embarazo. Así pues, esta sería la primera vez que hablaría con él después de que se despidiesen. 

A decir la verdad, no podía evitar ponerse tensa en cuanto imaginaba la reacción de Yan ante la noticia. Quizás no fuera más que su imaginación, pero sabía que no se alegrará tanto como ella. Era lo normal; hasta el doctor le dijo que cuando uno se entera de que será padre, suele actuar de una forma un tanto errática. Comentó, entre risas, que muchos hasta entran en una fase de negación. Pese a que tratase de tranquilizarla, estaba segura de que Yan jamás barajó la opción del matrimonio. 

En cuanto salió del hospital, cegada por la luz exterior, se detuvo un momento para contemplar el azul del cielo. Sintiendo deleite, sonrió; el día era más que perfecto. Decidida, miró a su alrededor en busca de un taxi, pero en su lugar vio un coche rojo que iba directo hacia ella y no parecía que iba a detenerse. Por instinto, dio unos pasos hacia atrás, en un fútil intento de evitar la tragedia. El conductor frenó en el último instante, deteniéndose a escasos centímetros de ella. El olor a goma quemada y el chirriante sonido causado por el brusco frenazo la dejaron aturdida y asustada. 

Del coche salió Ning Xueluo luciendo un vestido carmesí con un escote provocador y unos tacones muy altos que la hacían parecer aún más arrogante de lo que era en realidad. 

—¡Ning Xueluo! ¿¡Estás loca!? —Ante su indignación, la mujer no hizo más soltar una carcajada.

—¿Qué? —Se cruzó de brazos y se le acercó a Xi—. ¿Acaso tienes miedo de que te atropelle y mate al bastardo que tienes dentro?

—Ning Xueluo… —Se llevó las manos al vientre en un intento de proteger a su hijo, mientras retrocedía un par de pasos más—. No te pases. —Siempre fue muy hostil con ella, pero jamás pensó que llegaría a soltarle tal barbaridad.

—¿Pasarme? ¡Aquí la única quien se ha pasado eres tú! ¡Já! Emborracharte y quedar embarazada de un extraño. Y encima todavía quieres convencer a todo el mundo que Su Yan es el padre. Tch… ¡Qué cara tienes!

—¿Qué acabas de decir?—preguntó con voz seca; todo su ser se congeló, temiendo las siguientes palabras de la mujer.

—¿Realmente crees que te acostaste con Su Yan?—rió histéricamente—. Siempre andas diciendo que creciste con él y que te enamoraste de él aún siendo niña y, pese a eso, ¿lo confundiste con otro?

Mientras hablaba, la cara de Ning Xi se volvía más y más pálida; cada palabra parecía ser una fuerte bofetada y a pesar de que estuviera fuera, bajo el sol abrasador, todo su cuerpo se congeló al instante.

¡Cierto! El hombre de esa noche…

Pensó que, con el paso del tiempo, su cuerpo se había desarrollado tanto que le resultaba irreconocible. Pero, a pesar del tono arrogante del discurso de Xueluo, lo que decía no carecía de sentido. No era únicamente el cuerpo lo que le resultó ajeno aquella noche, más bien, nada en aquel hombre se parecía a su amado.

*Créditos*

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