¿Quieres acostarte conmigo sin asumir la responsabilidad?
Ning Xi tenía ganas de llorar, pero aún así obedeció al hombre y se sentó en la silla, apoyando su cabeza en la mano, como en los buenos tiempos de estudio.
—¿Tanto me temes? —A esas horas de la noche, el hombre parecía estar mucho más reservado y, por ende, mucho más peligroso; negó repetidas veces con la cabeza, para luego asentir, admitiendo su derrota.
—Eres el rey. Acaso, ¿hay alguien que no te tendría miedo?
—Así que, ¿me temes porque todos me temen? —Arremolinó el agua de su vaso, y siguió con una voz débil—. Entonces, ¿si el resto se quiere casar conmigo, por qué tu no?
Esa pregunta la asustó tanto, que casi se cae de la silla. Estaba segura de que esquivó esa bala de día, pero se ve que era demasiado ingenua. Sintió como si, de repente, miles de cuchillos se dirigían a ella, y no tenía tiempo suficiente como para esquivarlos todos. ¿Cómo tenía que responder a eso?
—A, antes de responder a eso. —Levantó la mano—. ¿Puedo hacer una pregunta yo antes?
—Por supuesto—asintió.
—¿Por qué yo? ¿Por qué el pequeño depende de mí? Sinceramente, creo que es algo temporal. Espera que se calme un poco y ya está, y todo volverá a la normalidad. E incluso si no, no tienes por qué hacerlo. No quiero que te fuerces—trató de convencerle.
Lu Tingxiao bajó el vaso que tenía en la mano, y levantó la mirada para encontrarse con la de la muchacha.
—Señorita Ning, ¿no cree que ya se lo expliqué bastante bien? Decidí pagarle con mi cuerpo por salvar a tesorito.
Esa explicación resultaba tan extraña y surrealista, que la dejaba desconcertada. No había forma de que pudiera aceptar la propuesta. Le dirigió una sonrisa disculpándose; tenía la sensación de que si seguían así, no llegarían a nada.
—Señor Lu, de verdad, aprecio la intención, pero no soy una persona que quiere casarse, así que…
—Entonces, —frunció el ceño—¿sólo quieres dormir conmigo, sin casarte?
—Exac… —Se atragantó en cuanto procesó la información—. ¡No! ¡no, no, no, no! ¡No me refiero a eso! —Estaba hasta por arrodillarse frente a él para que dejara de decir cosas así.
—Es una pena, en realidad, porque no acepto relaciones sexuales fuera de matrimonio.
—¿En serio? —No pudo evitar decirlo—. ¿No eras tú el que tiene un hijo fuera de matrimonio?
—Fue un accidente. —Miró, distraído, por la ventana—. Ni yo mismo sé quién es su madre. —Tras un momento de silencio, el hombre volvió a dirigirse a ella—. ¿Es porque tengo un hijo?—preguntó con brusquedad.
—¡Claro que no! —Lu mismo había dicho que cualquier mujer deseaba ser la madrastra del niño. ¿Por qué le iba a preocupar algo así a ella?
—¿Cuál es el problema entonces?
Cuando vio su expresión, supo que no le permitiría irse hasta que respondiera esa pregunta, así que levantó la cabeza y dejó que se le escape un suspiro.
—Señor Lu, —Se puso seria—, el matrimonio no es un juego. Puede que sea por compensarme, o por cualquier otra razón que tenga usted en la cabeza, pero es que ni siquiera me conoce. ¿Sabe qué tipo de persona soy? ¿Conoce mi pasado, acaso?
—Me quiero casar con tu presente, así que tu pasado me importa más bien poco. —Era una respuesta típica de Lu; igual de tiránico y autoritario como siempre.
—A mí sí me importa. —Su expresión se volvió helada—. Mi pasado es parte de mí y no puedo deshacerme de él solo para casarme contigo. Señor Lu, no tiene sentido estar con alguien que tiene una visión de vida tan distinta. Le aconsejo seriamente, que se olvide de su ridícula oferta.
El silencio era sepulcral. Ning Xi pensó que el hombre estaba furioso, entre otras cosas, por la vergüenza que tenía que sentir en ese momento, y justo cuando le pareció que se se iba a tirar a su cuello, Lu abrió la boca y le habló con calma.
—Entiendo. —Ning Xi se relajó al instante.
—En tal caso, me voy a la cama. Buenas noches.
—Buenas noches.
Miró fijamente la silueta aparentemente frágil de la mujer con una mirada ilegible; lo único que no había cambiado y se podía distinguir con total claridad, era el fuego que ardía en la profundidad de sus ojos.

*Créditos*
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