El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 2

El hijo de un extraño

—Mira, no te voy a mentir. Esa noche bebiste vino de más. Vino, por cierto, en el que, como buena persona que soy, añadí alguna que otra cosa, y después encontré a dos hombres que pudieran satisfacer tus necesidades—confesó con una sonrisa pícara—. Estabas tan deseosa e insatisfecha. ¿Qué más podía haber hecho por ti? Jeje, ¿quién habría imaginado que te comportarías de una forma tan imprudente? Hasta te metiste a la habitación de ese salvaje que se acabó aprovechando de ti. —Cada palabra que decía estaba llena de burla y desprecio—. El hermano Yan es demasiado gentil, lo sabes bien. Temía que no pudieras aceptar la verdad, así que te convenció de que pasaste aquella noche con él.

—¡Serás…! —Por la rabia contenida, Xi comenzó a temblar; trataba de no hacer nada imprudente, pero para el final de su monólogo, la pobre ya no pudo aguantar más y agarró a Xueluo del brazo—. ¿Por qué me tratas de esta forma? ¿¡Por qué!? ¿¡Acaso no me hiciste ya suficiente daño!?

Ning Xueluo frunció el ceño; estaba a punto de empujar a Ning Xi, pero, en cuanto vio que Su Yan se estaba acercando a ellas, su voz se suavizó de inmediato y su expresión se volvió lastimera.

—Hermana mayor, sé que actué mal y, si quieres, puedes pegarme lo que quieras, o gritarme si te sentirás mejor así, pero, por favor, no culpes al hermano Yan.

Ning Xi se calló, sin entender del todo ese cambio brusco de actitud y antes de que pudiera reaccionar, Xueluo se cayó al suelo simulando como si fuera Xi la que la empujó.

—¡Ning Xi! ¿Cómo te atreves? —De repente, Xi escuchó una voz hostil y cuando se dio la vuelta, se encontró con que Su Yan se les estaba acercando para ayudar a Xueluo—. ¿Estás bien?—preguntó el hombre mientras que la joven no perdió la oportunidad de acercársele más de lo permitido. 

—Hermano Yan, no fue mi intención. En realidad sé que me equivoque. Todo pasó porque le hice daño a mi hermana mayor.

—¡Basta! Deja de culparte, sabes que pase lo que pase me tienes a mí. —Su Yan acarició el hombro de la chica y le ayudó a subir al auto—. Le explicaré todo.

Ante la escena, Xi se quedó en blanco y no sabía qué decir; aún cuando Yan comenzó a hablar, la joven no dijo una sola palabra. Su Yan comenzó contando el pasado de estos dos desde su propio punto de vista, centrándose mucho en la feliz infancia. Le habló también sobre todas las dudas que recorrieron su mente en cuanto entendió que estaba perdidamente enamorado de Xueluo, y también de la furia y la impotencia que sintió cuando descubrió lo que su amada estaba tramando. Le explicó lo mucho que se asustó cuando supo del embarazo y de ese inmensurable arrepentimiento que invadió todo su ser.

—Lo siento mucho—dijo al final del monólogo—. No puedo casarme contigo. No por lo que haya pasado esa noche, ni por ese niño indeseado, sino que no puedo dejar a Xueluo, ni tampoco estar engañándome a mí mismo.

Yan pasó estos últimos meses fuera del país junto a su amada y el lazo que los unía se hizo aún más fuerte. Aunque su intención en un principio era aliviar a Xi, mintiéndole sobre esa noche, su corazón ya lo había decidido todo por él. Hizo su elección y, esta vez, no a favor de Ning Xi.

Su, cuando supo del embarazo, no pudo evitar ir a la casa de la familia Ning y explicarle todo al padre de la joven, sin contarle previamente la verdad a Ning Xi. 

—Es decir, Su Yan…—pronunció con una voz ronca sin saber muy bien cómo decirle aquello que rondaba por su cabeza—. ¿Sabías desde el principio que me drogó? ¿Y, solo porque querías protegerla, me dijiste que eras tú con quien estuve esa noche? —La joven le miraba incrédula; no se podía creer lo que acababa de oír. 

—Ning Xi, no quiso hacerte daño. Entiéndelo, era joven e impulsiva.

—¿Y qué hay de mí? —Lo interrumpió mirándolo desesperanzada—. ¿Alguna vez pensaste en lo que sería de mí?

Su Yan no le contestó; no sabía cómo. Se quedó callado durante un buen rato, para después extender su mano hacia Ning Xi.

—Regresemos a casa… Hace mucho sol.

—¡No me toques! —Apartó, de golpe, su brazo y comenzó a reírse. Todo eso parecía ser una broma de muy mal gusto.

Se había sacrificado por ese hombre; renunció a su sueño de convertirse en actriz, y se metió de lleno en los estudios, solo para poder ingresar a la misma universidad a la que iba él para vivir en la misma ciudad.

Dejó a sus padres adoptivos y regresó a la familia Ning, solo para que su familia la aceptara. Todo este tiempo estuvo tratando de complacer a las malditas familias de alta clase y, como resultado de todo su enorme esfuerzo y sacrificio, lo único que recibió son cinco simples palabras, que lo arruinaron todo: No puedo dejar a Xueluo.

Esa mujer no solo le robó la identidad, sino que también al hombre al que tanto amaba. Es cierto que era joven, pero, ¿cómo podría perdonarla? Si lo hiciera, ¿a quién culparía por todas las desgracias que le habían ocurrido? ¡Ni siquiera sabía quién era la persona con la que se había acostado! Ning Xi se cubrió la cara, y todo su cuerpo comenzó a temblar; había llegado al límite de su desesperación.

Su Yan vio como iba a cruzar la calle sin mirar siquiera. Estaba a punto de seguirla y pararla, cuando Xueluo tiró de su manga.

—Hermano Yan, ¿adónde vas?

Esa pequeña distracción le costó preciado tiempo. Tiempo en el que ocurrió una tragedia que no fue capaz de prevenir. En ese momento de vacilación se escuchó un fuerte estruendo y lo siguiente que vio es a Ning Xi golpeando, con fuerza, el suelo.

—¡Ayuda! ¡Ayuda, atropellaron a una mujer embarazada!

A través de la penetrante luz, lo único que pudo distinguir Ning Xi eran dos siluetas y rostros que no hacían más que darle ganas de vomitar. Sintió un calambrazo en el estómago y acto seguido comenzó a perder el conocimiento por el intenso dolor. Parpadeó; lo veía todo carmesí antes de que todo se hiciese oscuridad.

*Créditos*

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