El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 21

Pequeño tesoro destroza la mansión

Todos tenían bien claro que pequeño tesoro prefería la paz y la tranquilidad más que nada en el mundo. De normal, tras la cena, se escondía en su habitación y no volvía a salir. Y los sirvientes, a su vez, una vez terminaran con todas sus tareas, debían ir directos a sus habitaciones y no volver a salir, ni hacer ruido, para no provocar al pequeño que podría perder el control, teniendo una rabieta.

Una vez, la señora Lu, preocupada porque no haya comido nada, entró repetidas veces a su habitación ofreciéndole comida, y como resultado, el pequeño se encerró en el ático. Por ese incidente, el niño se negó a mudarse con sus abuelos, a pesar de que lo amaran con todo su corazón. 

Aún así, a pesar de su costumbre, el pequeño había salido solo de la habitación, sin que nadie se lo pidiera y, lo que es más sorprendente aún, es que corrió hacia su padre abrazándole la pierna.

—¿Qué estás haciendo, tesorito?, ¿quieres algo?—preguntó Jingli soltando alguna que otra carcajada.

—No. —Tingxiao sabía perfectamente qué era lo que quería su hijo, y rechazó la petición sin pensárselo dos veces—. Ya fuiste anoche. —El niño no se rindió, y miró directo al móvil de su padre—. Tampoco. Ya te llamó en la cena.

Viendo cómo su hermano se niega a todo lo que le pide el niño, al fin entendió qué era lo que estaba pasando. El pequeño salió de su cuarto porque quería ver a Ning Xi y, al ver que no podía conseguir lo que quería por medio de su padre, abrazó la pierna de Jingli, cambiando así de objetivo.

—No. No, no, no, no. —Estaba abrumado y halagado—. No intentes usar ese truco conmigo. ¡Sabes que no puedo hacer nada contra tu ternura!

El pequeño, por lo general, era de lo más inexpresivo, pero cuando quería conseguir algo, sus expresiones y gestos se volvían tan adorables, que nadie se podía resistir. Una vez te mira con esos grandes y brillantes ojos, uno no podía evitar querer aprender a volar, para conseguirle una estrella si la pide. El único que podía resistir sus ataques era su padre.

—Querido, no va a funcionar. No puedo ir contra tu padre—dijo mientras levantaba los brazos, excusándose.

Cuando lo escuchó, lo soltó de forma despiadada; parecía como si unos padres sin corazón lo obligaron a separarse de su querida amante. Jingli no pudo evitar reírse de una forma tan exagerada que tuvo que apoyarse en la pared para no perder el equilibrio.

—Ah, querido, no tienes que estar tan apurado. ¿Sabes? Hay un dicho según el que el amor dura mucho más cuando los amantes están separados; la ausencia hace que el corazón se vuelva más cariñoso. Espera hasta que tu padre se case con la tía Xi, y podrás verla cada día, ¿vale? —Aunque lo intentara, sus palabras no tuvieron efecto o, al menos, no el que se esperaba, porque el pequeño salió corriendo—. Y, ¿ahora qué? —Se encogió de hombros sin saber muy bien cómo reaccionar.

—Comió bastante—respondió Tingxiao. 

Lo que quería decir con eso, era que esta vez la huelga de hambre no tendría efecto alguno, y le sería imposible usar eso como amenaza. Jingli se relajó ante las palabras de su hermano, pero ambos subestimaron las habilidades del pequeño. Era un niño pequeño y no necesitaba hacer grandes planes para sacar de quicio a todos los que lo rodeaban, así que con destrozar alguna que otra cosa de la mansión era más que suficiente. Así, después de terminar la frase, se escuchó un fuerte estallido desde la sala de estar de la planta baja.

Ambos se miraron y fueron corriendo hacia el lugar. El joven tenía un talento excepcional; en esos pocos minutos que estuvo allí, destrozó la estancia casi por completo. Un jarrón enorme, de la altura de un adulto, yacía en el suelo hecho añicos, y no solo eso, sino que todo lo que se podía empujar o romper de alguna forma, ya encontró su final.

—¡¡¡Lu Jingyu!!! —Solo usaba el nombre completo del pequeño cuando estaba muy cabreado.

Incluso su hermano, que vivió con él toda su vida, apenas soportaba la aterradora presión del ambiente. ¿Cómo podría hacerlo el niño?

Cuando vio la expresión de su padre, el niño se estremeció de miedo y sus emociones se descontrolaron, provocando que comenzara a gritar a todo pulmón y corriera a romper más cosas. Jingli reaccionó rápido: empezó a perseguirlo de inmediato, teniendo el mayor cuidado posible, pues no le hacía gracia caerse con todos esos cristales por el suelo.

*Créditos*

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