Regañando al gran jefe
Ning Xi vestía con una blusa negra de cuero y unos pantalones a juego que se ajustaban mucho a su cuerpo, destacando así todas sus curvas. Cuando llegó, se bajó de la moto y se quitó el casco, dejando caer su cabello largo; la joven era elegante y grácil. Era una mujer demasiado hermosa.
Cuando la vió, Jingli no pudo evitar silbar en signo de aprobación.
—¡Lu Jingyu! —Una voz llena de frialdad resonó por la sala de estar—. ¿Pensaste que no te castigaría? —El hombre había acorralado a su hijo al que, al fin, consiguió pillar. El pequeño no tenía adónde ir, ni tampoco tenía forma de huír, aunque lo intentara con todas sus fuerzas. Parecía un animalillo salvaje que luchaba por su libertad.
—¡Para, no lo hagas! —En cuanto vio la escena, la muchacha hizo todo para quitarle al pequeño.
El niño alzó la cabeza para ver quién era la que lo cogió, y cuando reconoció a la mujer que tanto quería ver, se quedó congelado y, en cuanto recobró el sentido, sus grandes ojos se enrojecieron y se sumergió más aún en sus brazos negándose a soltarla.
Al ver al pequeño temblar con los ojos llenos de miedo, su corazón parecía haberse partido en dos. Estaba tan cabreada, que no le importó nada en absoluto enfrentarse al gran jefe temido por todos.
—Señor Lu, sé que soy una extraña para su familia y que no soy nadie como para enseñarle a educar a su propio hijo, pero, créame, que esa no es la forma de hacerlo. Los niños necesitan amor y cariño, y más aún cuando se trata de alguien como tesorito. Su condición es especial, tiene un gran trauma, además de haber crecido sin madre. Debe ser más tolerante, ¿cómo se le ocurre ser tan feroz?, ¿no ve, acaso, lo asustado que está? Y aún así, en vez de pararte a pensarlo un poco, estabas apunto de levantar la mano.
—Estaba equivocado—dijo Lu Tingxiao.
Lu Jingi estaba sorprendido. Tenía muchas ganas de reírse, pero no pudo hacer más que reprimir la emoción; su hermano había admitido, abiertamente, sus errores. Cuando le dijo absolutamente lo mismo hace un momento, no hizo más que regañarlo, pero bien que no comentó nada y escuchó obedientemente cuando Ning Xi sacó el mismo tema.
Desde que llegó la muchacha, el niño se convirtió en un cachorrito que escuchaba atentamente todo lo que le decía su dueño. No se parecía en nada al león salvaje y feroz de antes; permitió que la joven lo llevara de la mano a su habitación y que, cuando se sentaran en el sofá, le acariciara la cabeza.
—¿Qué pasó? Por la tarde todo parecía ir bien.
—¿Qué crees que podía haber pasado? Te echaba de menos y tenía ganas de verte, pero mi hermano no se lo permitió. Tampoco dejó que te llamara para no molestarte, así que al final acabó teniendo una rabieta; corrió por todos lados, destrozando todo a su alrededor. Tingxiao no quería que sus rabietas se convirtieran en un hábito, así que ambos acabaron peleando… y allí llegaste tú.
—¿Todo esto pasó solo porque quería verme y no podía llamarme? —Le parecía bastante difícil de creer en eso. Lo cierto era que le habían comentado que el niño desarrolló una extraña dependencia de ella, pero, ¿tanta?
—¿Qué pasa? ¿crees que es mentira? —Se dio cuenta que la muchacha todavía dudaba—. El día en que te desmayaste, no permitió que nadie se te acercara hasta que, al final, mi hermano te cargó y te llevó hasta el hospital.
La joven se quedó un rato procesando la información que acababa de recibir. ¿Así que fue Lu Tingxiao quien la llevó, personalmente, al hospital?
—Cuando tesorito despertó y vio que no estabas allí, pensó que te habías muerto y destrozó todo lo que había a su paso. Casi salta por la ventana, de hecho. En realidad, lo único que pudo calmarlo en ese momento fue la nota que dejaste. Anoche, se negó a comer solo porque quería verte. Hoy, sin embargo, le pediste que comiera, así que comió todo lo que pudo; le sería imposible usar el mismo truco de nuevo, por lo que acabamos en esta situación.
Jej, comió demasiado porque ella le dijo que lo hiciera. ¿Así que, al final, todo es su culpa, eh?

*Créditos*
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