Fauvismo
Parado en un rincón, el viejo mayordomo observaba, en completo silencio, a las dos personas que se encontraban en la sala de estar. Le extrañaba que la muchacha no se comportara como se lo había imaginado. Pensaba que haría cualquier cosa para ganarse la atención del pequeño, pero en vez de eso pasó toda la mañana leyendo su guión, mientras que el niño estaba leyendo libros a su lado y dibujando como de costumbre. Su comportamiento era el de siempre, no parecía haber nada distinto a primera vista, pero, en realidad, cuando uno se paraba a observarlo, podía notar que reinaba una atmósfera de paz a su alrededor, y que cada vez que levantaba la mirada para verla, parecía animarse más que de costumbre.
Las mujeres demasiado bellas solían provocar una fuerte sensación de inseguridad en otras personas, por lo que, cuando la vio, estaba preocupado porque le pasara lo mismo al joven maestro. Temía que lo podían haber engañado, pero por lo que pudo ver hasta ahora, no se permitió hacer nada inapropiado. Aunque, por otro lado, simplemente puede que estuviera esperando el momento adecuado.
No sería de extrañar que fuera así, de hecho, muchísimas mujeres trataban de conseguir la posición de señora Lu a través del niño. En realidad, hace dos años, cuando ocurrió ese incidente, la situación era muy similar, por lo que, cuando vio cómo esa mujer se ganó la confianza de prácticamente toda la familia Lu, decidió no bajar la guardia en ningún momento. Le era inevitable ser cauteloso.
Así, sin percatarse siquiera, pasaron dos horas.
Ning Xi casi se había acabado de leer el guión cuando tesorito terminó su dibujo y se lo mostró. La joven levantó la cabeza para mirar lo que había hecho el pequeño, y se quedó estupefacta.
—Esa… —No sabía cómo reaccionar de primeras—. ¿Esa soy yo?
Aunque fuera un niño tranquilo e incluso algo tímido, le encantaba el fauvismo e intentaba pintar siempre que pudiera en ese estilo.
Los fauvistas tendían a disfrutar de los colores muy saturados y luminosos, y sus trazos resultaban muy rectos y fuertes, dando como resultado obras vibrantes y poderosas, que expresaban sus emociones y su pasión.
Aunque la persona que ha dibujado resultaba un tanto extraña, el pequeño supo captar a la perfección todas sus facciones, por lo que no resultaba complejo reconocerla en el dibujo.
El niño asintió ante su pregunta, mientras agarraba el papel con cierto nerviosismo, como si temiera que le dijera que no le gusta el estilo o la obra en sí.
—¡Es hermoso! De verdad. ¿Puedo tomar una foto para ponerlo de fondo de pantalla?— Su intención no era la de adular al niño. Estaba siendo completamente sincera. Siempre fue una gran amante del arte, y este estilo, con colores tan fuertes y vibrantes era de sus favoritos. Cuando vio el dibujo que hizo el pequeño, con su propia comprensión del arte, sintió que era un verdadero maestro del estilo.
El pequeño, ante tal reacción, se sintió avergonzado por sus halagos, y le dio el dibujo.
—¿Me lo estás dando?—dijo señalándose a sí misma. El pequeño asintió, todavía sin levantar la mirada—. ¡Gracias! ¡Me encanta! —No pudo reprimir el impulso de abrazarlo, y le dio dos besos en sus suaves mejillas.
Cuando recibió los besos, el pequeño se quedó congelado antes de asimilar lo que ha ocurrido y ruborizarse. Sus ojos, antes vacíos y hoscos, volvieron a llenarse de vida. Durante ese breve intercambio de cariño, Ning Xi escuchó unas pisadas y se giró para ver quién era.
Lu Tingxiao estaba bajando lentamente por la escalera, vestido con ropa de casa y con el pelo totalmente despeinado; parecía recién levantado. Si de normal era casi imposible dejar de mirarlo, ahora más. Como solía tener un aspecto más serio y poderoso, ahora con esas pintas desaliñadas el impacto resultaba ser aún mayor. Era un hombre tan atractivo, que era imposible ignorarlo.
La joven se quedó aturdida cuando lo vio tan hogareño, pero se recuperó relativamente rápido.
—Señor Lu, ¿no fue a trabajar hoy?—preguntó extrañada. Era lunes, y parecía improbable que faltara al trabajo el primer día de la semana.
—No, me tomé el día libre. —Negó con la cabeza.
Ning pensó que era comprensible: acababa de firmar un acuerdo muy importante que, seguramente, había tomado mucho esfuerzo cerrar, así que era normal tomarse un día o dos de descanso después de ese estrés.
Jej, así que incluso el gran jefe Lu sabía cómo dormir bien. De repente, la distancia entre ellos parecía haberse reducido un poco más.

*Créditos*
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