El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 36

¿Qué dios de la fortuna es este?

—Hermano Yan, ¿por qué viniste?, ¿no te dije, acaso, que no tenías que recogerme? —Xueluo parecía un pequeño pajarito, mientras revoloteaba feliz hacia su hombre.

—Estaba preocupado. Empezó a llover. —Se quitó la chaqueta para cubrirla, mientras la miraba descontento—. ¿Por qué tienes tan poca ropa?

—¡Ay! ¿pero cuántos años crees que tengo?, ¡sigues tratándome como a una niña! —A pesar de su aparente descontento, su expresión era de lo más dulce.

Ning Xi se tambaleó, presionándose aún más contra la pared helada. Sintió que, efectivamente, no tenía suerte. Primero tuvo que presenciar el amor de su padre dirigido a Xueluo y no a ella, y ahora era su vida amorosa la que tenía ante sus ojos. Y como si no fuera suficiente, Xueluo agarró a Su Yan del brazo y lo condujo hacia donde estaba parada la joven.

—Hermana menor, creo que has bebido demasiado. ¿Te vienes con nosotros? ¡No creo que a mi novio le importe mucho acercarte!—dijo cálidamente, enfatizando en la palabra «novio».

Solo cuando lo hizo, Su Yan notó la presencia de la muchacha y sus pupilas se dilataron. Ning Xi. El nombre resonaba en su cabeza una y otra vez. Había pasado ya tanto, tantísimo, tiempo. No la vio desde que se fue al extranjero y después, cuando regresó, solo la vio de reojo cuando recogía a Xueluo de la empresa. Y, sinceramente, no estaba preparado para ver lo que vio; había cambiado tanto que apenas la reconocía. De alguna forma que no lograba explicar, la muchacha que siempre usaba trenzas y vestidos de estampados florales, se convirtió en una mujer hermosa que podía conquistar los corazones de todos los hombres.

Cuando Xueluo se dio cuenta de cómo su prometido estaba mirando a Xi, no pudo evitar mirarla con hostilidad, mientras que tiraba del brazo de Su.

—Hermano Yan, ¿qué te parece?

—Sí. —Pareció haber salido de un ensueño cuando asintió con la cabeza—. Claro, volvamos juntos.

—Hermana. ¿Hermana?, ¿estás bien? —Xueluo fingió estar preocupada, y Xi levantó su mano agitándola y negó con la cabeza.

Por los efecto del alcohol su mente se volvía cada vez más confusa, su corazón latía con más rapidez y su presión sanguínea aumentaba. Tenía la sensación de que en algún lado, en su interior, vivía una bestia que deseaba salir y partir las dos  caras llenas de falsedad que tenía delante.

—No es necesario—dijo y se fue directa al baño. Tropezó una vez antes de perder el control y desaparecer de la sala.

Xueluo sonrió, burlándose del patético intento de escapar de Xi, pero cuando se giró para mirar a su prometido, la expresión que mostró era la de dolor y sufrimiento.

—Hermano Yan, parece que no quiere perdonarme. Sabes, trabajé tanto para compensarla. Traté de cuidarla en la compañía y, aún así, sigue sin tratarme bien. No sé qué más puedo hacer, de verdad.

—No te preocupes, amor. Sabes que Xiao Xi siempre fue así. Tú solo dale su tiempo y al final verás como te acabará perdonando. —La consoló con una voz suave, convenciéndola de que, sin duda, será así como dice.

Fuera del hotel, las damas del elenco estaban admirando, con sumo entusiasmo, el coche de Su Yan. 

—Acabo de comprobar que este Maserati vale al menos diez millones. ¡Dios, es tan caro!

—Agh, ¡Yo también quiero tener un novio rico! ¿Cuántos años tardaré en conseguirlo?

—Lo que importa más que el dinero es su apariencia. ¡Es tan guapo! Hay muchísimas actrices que se casan con ricos, pero es que casi todos son hombres gordos de mediana edad. Cuando pienso eso, se me revuelve el estómago.

❀ ◦ ❀ ◦ ❀

Mientras cotorreaban, la pareja salió del hotel llamando mucho la atención. Todos miraron con envidia como Xueluo, con la chaqueta de Su Yan, se subió al coche y este desapareció en la carretera nocturna. Solo cuando, por fin, se perdió de vista, todos soltaron suspiros. 

No mucho después, un ruido repentino penetró el silencio que reinaba en la calle. Era un coche deportivo blanco, que acercó deteniéndose justo a la entrada del hotel. Pero, lo que era más importante aún, era el automóvil en sí. ¡Era demasiado deslumbrante! Tan bello; con un chasis¹ bajo, la carrocería perfectamente lisa y unas asombrosas puertas de tijera ². Más que un coche, parecía una obra de arte. Y lo que más impresionaba aún, era el precio de esa preciosidad.

—Mierda, pero si es el Bugatti Veyron SuperSport—dijo uno—. ¡El auto deportivo más caro del mundo!—aclaró cuando vio que no todos le seguían—. Cuesta más de mil millones de yuanes ³. Madre, ¿pero qué dios de la fortuna es este?

*Créditos*

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