El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 38

Eres el gran rey demonio

Tingxiao tuvo mucha suerte, puesto que, por la hora que era, no había nadie más en el baño. Enseguida, vio a la muchacha, extremadamente borracha, sentada en el suelo apoyada contra la puerta de uno de los cubículos. Su larga y despeinada melena le tapaba prácticamente toda la cara, sus piernas acabaron en un ángulo de lo más extraño y el contenido de su bolso acabó por el suelo. Cuando dejaba de aparentar ser una persona perfecta, parecía alguien totalmente diferente. 

La miró con afecto antes de agacharse a recoger todas sus cosas que estaban tiradas por el baño. Cogió, también, sus zapatos, que acabaron en direcciones totalmente opuestas y rodeó su cintura con el brazo para poder cargarla. Justo cuando se la iba a llevar, Ning Xi se agarró, de repente, a la puerta del cubículo, negándose a ir a ningún lugar. Parecía alarmada y completamente ebria.

—¿Eres?—preguntó con voz débil.

—Lu Tingxiao.

—Lu Tingxiao—repitió, fascinada, pero, enseguida, se recuperó—. ¡Mentiroso!—gritó la joven—. ¿Tengo cara de gilipollas? ¡Estamos en el baño de mujeres!

¿Estaba borracha o solo lo fingía? Porque parecía que algo de sentido común sí que tenía.

—No te estoy mintiendo—explicó pacientemente.

—Mentiroso—siguió—. No. No iré contigo. —Parecía un diminuto erizo, completamente aterrorizado. Estaba totalmente en guardia; no iba a permitir que un extraño se la llevara, así que Tingxiao dejó sus cosas en el suelo y trató de persuadirla.

—¿Qué tengo que hacer para que me creas?

—¡Muéstrame una identificación!

Los labios de Lu no pudieron evitar curvarse en una leve sonrisa ante tal comportamiento. Como buen civil, cuando le inspecciona un policía, sacó su cartera de cuero, cogió su identificación y se la dio a la muchacha. Aceptó la tarjeta y, con las manos temblorosas, la acercó un poco a su cara para poder leer con más claridad lo que ponía.

—Lu. Ting. Xiao. Eres Lu Tingxiao. —El hombre asintió ante la afirmación.

—¡No! ¡No me iré contigo! Eres el gran rey demonio. No. No voy, no voy, no. —Cuando leyó el nombre pareció como si algo la hubiera poseído. El temor era absoluto.

—Gran rey demonio—repitió Tingxiao molesto; así que eso era lo que pensaba de él, ¿eh?. Creía que la trató con suficiente cariño para que no lo vea como alguien peligroso. 

Ambos estaban ahí cuando, de repente, se escucharon unas pisadas fuera.

—¿Ning Xi? ¡Ning Xi!, ¿estás ahí?

Cuando Tingxiao escuchó cómo una voz masculina resonaba por el pasillo, se quedó congelado. Si alguien lo pillaba en el baño de mujeres, jamás podría volver a aparecer en la capital con dignidad.

Esa persona se acercaba cada vez más y más, hasta el punto que ya podía distinguir su ropa. Tingxiao maldijo por lo bajo, cogió el bolso y los zapatos de la muchacha, y se metió, junto a ella, al cubículo que, hace tan solo unos segundos, se negaba a soltar.
Quien estaba fuera del baño era el guionista, Ye Ling Long. Como Ning Xi era una completa novata que no conocía realmente a nadie, solo él se percató de que se fue al baño y no volvió, así que fue a buscarla.

Ning Xi, a su vez, se sorprendió de que la empujaran al cubículo y trató de liberarse una vez se recuperó de su sorpresa. Y, por desgracia, Ye no pudo no darse cuenta del alboroto que había dentro. 

—Ning Xi, ¿eres tú?

Cuando escuchó que el hombre se acercaba, el rostro de Tingxiao oscureció y, para el colmo, Ning Xi mordió con fuerza su mano, con la que le tapaba la boca a la joven. No pudo evitar fruncir el ceño de dolor, pero aún así no quitó la mano. Parecía estar a punto de colapsar; jamás estuvo en una situación tan delicada. 

No tenía muchas opciones, así que no le quedó otra que tomar aire y rezar por que todo salga bien. 

—Shhh, no seas tan impaciente—dijo con una voz áspera y ronca—. Ahora recibirás lo que tanto deseas.

Ling Long estaba a punto de llamar a la puerta, cuando de repente escuchó una voz masculina. El hombre se quedó congelado, asimilando lo ocurrido y, cuando lo hizo, se sonrojó por completo y se apresuró a abandonar el lugar. Jamás se habría imaginado que se encontraría con una pareja haciendo negocios en un lugar como ese. No podía no preguntarse por qué no cogieron una habitación, si estaban en un hotel, pero, por otro lado, había por allí gente de lo más perversa, así que tampoco debía sorprenderle tanto. Lo que es más importante, no había nadie más en el baño, ¿a dónde fue Ning Xi entonces? En realidad, nunca pensaría que la mujer del cubículo era aquella a quien estaba buscando tan desesperadamente.

Cuando Tingxiao escuchó que el hombre se estaba yendo, dejó escapar un suspiro de alivio y se aflojó la corbata. Todo este tiempo estaba sentado en el inodoro, mientras que la mujer estaba en sus rodillas.

—¡Estate tranquila!—dijo con frialdad. Si no se quedaba quieta, es posible que el acto acabaría por convertirse en realidad. 

Su tono era tan aterrador, que dejó a Ning aturdida. La muchacha acabó con hipo y su expresión revelaba que estaba muy ofendida, hasta el punto que Lu no aguantó y le comenzó a dar palmaditas en la espalda para consolarla.

—Lo siento, no quería asustarte—dijo con un tono tranquilizador, pero en vez de calmarse, los ojos de la joven se humedecieron y, de pronto, comenzó a llorar desconsoladamente. El hombre se sintió impotente. No se explicaba por qué era más difícil cuidar de ella, que de su propio hijo.

*Créditos*

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