Buenas noches, mi niña
Ning Xi le miró mal mientras tosía, por lo que Lu no pudo evitar reírse. Le pareció tan adorable esa mirada enojada, que todo su mal humor se esfumó, como si nunca estuviera allí. Tomó una última calada antes de apagar el cigarrillo, y se agachó de nuevo para cubrir sus labios. De primeras, Ning intentó escapar, pero la mano que tenía en su cintura se lo impidió. Además, la baja y ronca voz susurrando a su oído la ha relajado lo suficiente como para que deje de intentarlo.
—Tranquila, no lo soltaré tan de golpe esta vez. —Una vez dicho eso, llegó una serie de besos feroces con sabor a tabaco.
La besó tanto, que se sentía aturdida y mareada, como si estuviera flotando en una suave y esponjosa nube, y lo único de lo que era consciente es que ese hombre era mucho más peligroso que los cigarrillos.
Bajó el respaldo de su asiento y se puso encima de ella. Apenas podía respirar por el ardiente cuerpo que tenía encima; le daba la sensación de que caía de esa nube, cada vez más y más profundo, hasta tocar fondo.
Cuando la persona que tenía debajo dejó de moverse, Tingxiao, no sin sospecha, levantó la cabeza y vio que ya se había dormido. Es más, el sueño era tan profundo, que incluso roncaba un poco. Su mirada se volvió a oscurecer y no pudo evitar maldecir por lo bajo. ¿Estaba loco? ¿Cómo podía haberse puesto serio con alguien borracho? Si solo habían pasado tres días. Se conocían desde hace tres míseros días. ¿Por qué tanta prisa? La atracción que sentía por ella no tenía ni el más mínimo sentido. Desde que la vio por primera vez, sentía que su vida volvió a tener sentido. Y a pesar de que nunca la había visto, tenía la sensación de que la conocía de algo y, cuando la levantó en ese almacén, se sintió completo, como si esa mujer hubiera sido lo único que le había faltado todo este tiempo.
La quería, la deseaba. Quería que fuera solo suya y no podía esperar un solo segundo más, pero tampoco podía permitirse perderla, así que esperar se convirtió en su única opción.
El hombre buscó una manta y una almohada en el maletero, ajustó la temperatura del aire acondicionado y se acostó a su lado besándola con todo el cariño del mundo en la frente.
—Buenas noches, mi niña.
❀ ◦ ❀ ◦ ❀
A la mañana siguiente, Ning Xi despertó en un cálido abrazo, Se frotó un poco los ojos y miró a través de la ventana que tenía sobre su cabeza. Vio muchas hojas verdes, mientras que la brillante luz solar calentaba su cuerpo y el cantar de los pájaros resonaba en sus oídos. ¿Dónde estaba?
Miró a su alrededor, y se sorprendió mucho cuando vio que estaba en un coche, pero más se sorprendió cuando vio quién la estaba abrazando.
«¡Oh, dios mío!» Se incorporó golpeándose, con fuerza, la cabeza contra el techo. «Yo. Lu Tingxiao. En el auto». No sabía qué había pasado anoche, ni tampoco por qué tenía que lidiar con todo ese desastre nada más despertarse. Era demasiado complicado no malinterpretar la situación.
—¿Qué pasa?
—Me preguntaba si… —Ning Xi se mordió el dedo con nerviosismo y respondió sin pensar—. Si realmente acabé teniendo sexo en el coche con el gran rey demonio. Sería horrible.
—Gran rey demonio, sexo en el coche—repitió sus palabras, asimilándolo—. ¿Crees que si ese fuera el caso, seguirías con suficiente energía como para saltar e imaginar estupideces?—refunfuñó el hombre.
La joven pegó un gritito dándose cuenta de que el hombre que tenía a su lado realmente estaba despierto. Dio otro salto por la sorpresa y casi vuelve a golpearse, pero, por suerte, Tingxiao lo anticipó y le cubrió la cabeza para que no se hiciera daño.
—Señor… —Sus ojos correteaban de un lado a otro en busca de aydua—. Señor Lu.
—Usa mi nombre—ordenó con frialdad.
De normal, le llamaba «Señor Lu» cuando quería ocultarle cosas, y «Maestro Xiao» cuando quería molestarle, y él despreciaba ambas formas. Puede que se estuviera imaginando cosas, pero después de esa noche, la joven sintió que Tingxiao, en cierto modo, parecía distinto.

*Créditos*
Comentarios recientes