El perfecto matrimonio oculto: adopta un hijo y obtén un esposo gratis — Capítulo 49

El joven maestro al que le gusta hacer zumos

Ning Xi se frotó el entrecejo paseandose de un lado a otro; ese hombre era lo peor.

—Mira, no voy a decir nada sobre las flores que me mandaste, ni tampoco de lo que me dificultó la vida tu regalito. ¿Pero eres consciente que la noticia de que vuelves el mes que viene se filtró ya? ¡El aeropuerto estará lleno de fans y periodistas! ¿En serio quieres que te recoja? ¿Que me desgarren tus fans? En serio, Jiang Muye, ¿de verdad tienes tantas ganas de vengarte solo porque te dejara una vez?

—¿A sí? ¿Estoy vengándome? Venga ya, pero si te estoy haciendo un favor; en cuanto te vean conmigo te volverás famosa en un abrir y cerrar de ojos. ¿Eres consciente de que es el sueño de cualquier actor novato? 

—¡No necesito que me hagas favores!—gritó la joven, indignada.

—Bien. ¡Perfecto! Si no vienes, le diré a todo el mundo que me has dejado. Sabes que no me importa quedar en ridículo, es más, así permitiré que todo el mundo haga justicia por mí—dijo como si no fuera la gran cosa.

—Serás… —La joven no encontraba palabras con las que podría responderle a la provocación; parecía estar a punto de explotar. Sin duda alguna, la cosa más estúpida que hizo en su vida fue la de hablar con ese desastre que por error se hace llamar persona.

«Jaja, ¿de verdad crees que no sé tratar contigo?»

—Vale. —Sonrió con desprecio—. Te recogeré, pero no te arrepientas. 

La verdad es que no era tan complejo lidiar con Jiang Muye; seguía molesto porque era la primera mujer en su vida que cortó con él, por lo que lo único que pretendía era causarle problemas. Solo así se quedaría satisfecho. Tampoco es que fuera algo que le importara mucho a Xi, porque no era demasiado complejo manejar la situación con Jiang, pero lo que sí que le preocupaba era el otro hombre. El demonio que le mandó el diamante.

«Ya, ya. Deja de pensar en él. Todo problema tiene una solución».

—Ning Xi, hay alguien preguntando por ti. —El asistente de producción la llamó en cuanto la joven colgó la llamada. 

Tenía muchas ganas de huir; no tenía ni la más remota idea de lo que iba a pasar esta vez, pero ya rezaba porque acabe. Solo le quedaba esperar que no fuera nada extravagante esta  vez.

—¡Jej! —Cui Caijing soltó una risita de desprecio—. Esos viejos verdes lo único que saben es tirar el dinero. Qué despreciable.

—¡Se-señorita Xiao Xi! Bu, buenos días. —Cuando salió, se encontró con una joven muy tímida que parecía muy nerviosa, como si hubiera hecho algo malo.

—Sí, soy yo. —Sonrió; no podía no hacerlo teniendo a una muchacha tan tímida delante—. ¿Me estabas buscando?

—Vine para darle esto. —La joven abrió una neverita portátil, permitiendo que salga algo de vapor frío. Xi pudo distinguir tres botellas con lo que parecían ser tres zumos distintos: uno rojo, otro amarillo y otro verde.

—¿Y esto? —Los labios de Xi se crisparon; se ve que había visto demasiados doramas, pues lo primero en lo que pensó era que alguien la quería envenenar. 

—Lo hizo el joven maestro. Son jugos de sandía, naranja y de frijoles verdes.

—Y, ¿quién es tu joven maestro?—preguntó con un ápice de sospecha, al tiempo que trataba de recordar si llegó a ofender en algún momento al joven maestro de alguna familia.

Sin decir mucho, la joven señaló a una notita que había junto a una de las botellas. Cuando la cogió, Xi vio una sola palabra escrita en ella «¡Suerte!», seguida de un corazoncito. En cuanto la vio, en su cabeza apareció la imagen del pequeño que, frunciendo los labios y sonrojándose dibujó el pequeño corazón para animarla más. 

—Es tesorito—susurró la joven y, como por arte de magia, la expresión de Xi se suavizó, y el mal humor desapareció como si nunca hubiera existido.

Al principio estaba muy preocupada por haber destacado tanto al principio de su carrera en China, pero ahora se daba cuenta que no tenía por qué preocuparse por los rumores y por lo que puedan pensar los demás. Si se preocupaba por cualquier rumor que podía surgir, ¿no sería demasiado agotador?

Hace tiempo, antes de haberse ido de China, se preocupada demasiado por lo que pensaban los demás. Se preocupaba por lo que opinaba la élite, por la actitud de sus padres, por lo que pensaba Su Yan. Se obsesionó tanto con eso que acabó por perder tanto su confianza como su propia identidad. 

Ahora ya lo entendía, pero aún así permitió que las acciones de dos conocidos suyos la afectaran. Por fin se había dado cuenta que lo único que necesitaba era seguir siendo ella misma, pues algún día acabaría demostrándole a todo el mundo que era fuerte. Volvió a recordar que los únicos por los que vale la pena pelear, son aquellos quienes se preocupan por ella, así que al fin se calmó y recuperó la claridad mental.

*Créditos*

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