La despreocupada vida en prisión —Capítulo 6

La noble escucha una agradable historia

Esta historia tiene lugar tres semanas antes de que Rachel acabara en prisión. 

❀ ◦ ❀ ◦ ❀ 

El guardia, que protegía la entrada principal de la mansión del duque Ferguson, atisbó, al ocaso, el carruaje de la señorita cruzando las puertas de la finca. Le faltó tiempo para correr hacia la mansión, emocionado.  

—¡La señorita ha vuelto!—gritaba a pleno pulmón, rompiendo así el silencio reinante.

Esas palabras, obraron su magia, reviviendo a los habitantes. Todos, desde la familia, hasta el más humilde sirviente, salieron a recibirla. El lacayo llegó justo a tiempo para abrirle la puerta del carruaje. 

La señorita Rachel, al ser la prometida del príncipe heredero y futura reina del país, recibía una educación especial, a diario, en palacio. La preparaban para su difícil porvenir y tras la larga jornada, al fin había vuelto a casa. 

El mayordomo y el ama de llaves la acompañaron hasta su recámara. El primero le iba preguntando por sus estudios, y la mujer se preocupaba por confirmar su horario para cenar. Mientras, el resto de criados de menor rango, formaron dos filas a ambos lados de la entrada y se inclinaban a medida que Rachel avanzaba, saludándola con energía y vitalidad. Ella, como siempre, fue breve en sus explicaciones y la cena sería servida en dos horas. 

Cuando, por fin, cerró la puerta de su habitación, en la segunda planta, se desplomó sobre la cama con un largo suspiro.  

—Estoy tan cansada…—masculló con la cara enterrada en la almohada. Mientras, varias sirvientas, incluída Sofía su ayuda de cámara, le quitaban la ropa y los accesorios; estaban acostumbradas a ver a la señorita agotada tras sus clases en palacio.

Su tarea consistía en bañarla, vestirla y adecentarla para la cena familiar. Las jóvenes, habían perfeccionado, con el tiempo, su habilidad para cuidar de ella sin molestarla y asegurando el máximo comfort.

Una vez despojada de sus prendas, la cubrieron con una fina sábana y le dieron paso a Sofía. Ella, masajeaba a diario el agarrotado cuerpo de Rachel, sin descuidar un sólo centímetro.  

—Cuatro horas de clases teóricas, dos de baile y luego… ¿Modales en la mesa? —Pese a que la cara de Rachel siguiese enterrada en la almohada, Sofía intentaba adivinar su jornada en base a la tensión presente en sus músculos. Apenas recibió un leve cabeceo como confirmación. 

—Más o menos… Fueron tres horas de clases teóricas, dos de baile, una sobre cómo  moverse con gracia… Y también, tuve dos horas adicionales de instrucción para observar una obra de teatro con elegancia y refinamiento. Sentí mis hombros tan tirantes que creí que no podría moverlos más.  

—¿Cómo se mira una obra teatral de forma elegante y refinada?

—Hombros hacia atrás, espalda recta, buena postura y sonreír con interés, mientras observas el escenario con entusiasmo… De hecho, el ángulo de la profesora mientras miraba ese escenario vacío era incorrecto, así que la lección sólo sirvió para disminuir el prestigio de la familia real. Aunque, sus ojos se iluminaron y dijo que nos divertiríamos… no fue emocionante observar un escenario vacío.

—Viéndolo desde fuera, fue una clase ridícula. 

—Parecía una tonta observando a otra mirar a la nada.

Sofía dio una señal y de la nada aparecieron otras ocho sirvientas, que rodearon a Rachel.

—Pobrecita… nuestra señorita está tan cansada; permítanos ayudarla.

—Siempre te digo que seas más gentil…

—Claro—dijo Sofía, haciéndose una nota mental, mientras les daba órdenes a sus subordinadas—. El énfasis de hoy está en la espalda, las espinillas y las plantas de los pies. Está demasiado rígida, así que aseguraos de masajear bien. ¡Comenzad!

—¿¡No te dije que fueras gentil!? ¡Ah!

Las nueve «atacaron» a la pobre Rachel a la vez; apretaban con toda su fuerza, ya no usaban sólo las puntas de los dedos, sino toda la superficie de la palma e, incluso, algunas sacaron agujas de acupuntura. Todo liderado por Sofía, quien se ocupó de sus cansados pies.

—¿¡Eh!? ¡Uff! ¡Ah!

El masaje para Rachel, no era de esos que relajan y te dejan casi dormido, más bien todo lo contrario. Cuando Rachel daba algún que otro respingo, a causa del dolor, las sirvientas la inmovilizaban sin detener su labor.

—¡Ya lo dije muchas veces! ¿¡Por qué tenéis que tratar todo mi cuerpo a la vez!?

—Ya lo expliqué muchas veces: no disponemos del tiempo necesario para trabajar su cuerpo de forma gradual. Así que, no hay otro modo. 

—Dices que no hay nada que podáis hacer, sin embargo, ¡pareces disfrutarlo!

—¿Acaso hay una sola razón por la que no debería estar disfrutándolo? Ver a mi señorita saltar por un dolor repentino…

—¿Es esta una nueva forma de protesta?

—Todo lo que hacemos es por mi señorita. Oh, sus riñones…

—¡Aaaagh!

—Y ahora, para terminar…

—¡Ugh!

—Hmm, como en primavera siempre corre de un lado para otro, sus piernas lucen muy cansadas también. Lisa, Mimosa, centraros en la zona bajo las rodillas. 

—¡Basta ya!

❀ ◦ ❀ ◦ ❀ 

Tras la tortura, llevaban a la noble semi-consciente al baño. Y después de una  relajante inmersión en agua caliente, la envolvían en una suave toalla limpia, para secarla con suma delicadeza. 

Sólo después de ofrecerle un vaso de fría y refrescante limonada, la joven Rachel volvía en sí. 

—Otro día más… estoy harta de ir a esas aburridas clases de reina. No hacen más que succionarme el alma, es una condena. ¡Estoy viviendo un infierno! No quiero ser la esposa del príncipe…

—Pero gracias a usted, nos divertimos todos los días. 

—¿No combatían el estrés comprando y probando comida nueva?

—Bueno, ser un gourmet es un tanto complicado con nuestra paga, así que preferimos no recurrir a ello. ¿Acaso cree que en el mundo puede haber algo más entretenido que escuchar a mi señorita gritar?

—¿En el mundo? Estoy segura de que hay mejores entretenimientos.

Mientras observaba cómo las criadas preparaban su ropa y maquillaje para la cena, Sofía le leyó a Rachel el informe del día.

—Hoy ocurrieron muchas cosas, pero sólo una, realmente, destacable.

—¿Oh, qué ocurrió? ¿Los mensajes que enviamos por el palacio real se han filtrado?

Sofía no respondió, simplemente le pasó unas cien cartas, haciendo que la joven inclinara un poco la cabeza mientras bebía limonada.

—Hmm, «Eh, ¿planeas romper el compromiso con el jefe?» ¿Eh? —No pudo contener la exclamación.

—También está esta: «Ya creé mi propio plan». —Sofía comenzó a informarle sobre los detalles que pudo conseguir su espía, mientras Rachel seguía observando el documento que tenía en mano—. Tal y como ya sabíamos, al parecer el príncipe y todos quienes le rodean comenzaron a enamorarse de la hija del barón que visita a menudo el palacio. Al parecer está determinado a convertirla en su novia y futura reina, deshaciéndose de usted, mi señorita. Por desgracia, parece que el señor George también está involucrado. Pese a que tenemos pruebas de la conspiración, debemos informar al cabeza de la familia antes de actuar. —Terminó de reportar—. ¿Qué haría usted…?

Si quisiera, Rachel podría movilizar sus fuerzas y hacer añicos el plan del príncipe, o incluso destruir al mismo príncipe, lo que le daría aún más poder.

—Bueno… —Rachel le devolvió el informe—. Deberíamos aumentar nuestras conexiones, no podemos estar seguras de quién ese ese «jefe». 

—Me disculpo. Cuando hicimos la tabla criptográfica, no tomamos en cuenta esto. —Sofía dobló el informe, lo guardó en su bolsillo y solo entonces se atrevió a mirarla a los ojos —. En tal caso, ¿qué deberíamos hacer?

—Déjame pensar… ha sido un tanto inesperado. —Se recostó en su silla, mirando a la nada, mientras Sofía la observaba con atención.

La pareja de la mujer que tanto admiraba era el mismísimo príncipe Eliot, quien, por su espléndida apariencia, era admirado entre las jóvenes damas. Cuando decidieron investigar todos los rumores sobre él, a través de su red de informantes, resultó ser un incompetente, un inútil. Puede que fuera cierto lo de su apariencia, pero aparte de eso, no tenía nada más, no estaba a la altura de Rachel. Por ello, la relación entre ellos empeoró a un ritmo anormal. Puede que fuera una ocurrencia común en los matrimonios arreglados, pero el hecho de que los futuros reyes no tuvieran ni un punto en común, enervaba a los sirvientes, excepto a los de Rachel. 

Era el tipo de imbécil que solo servía para seguir las instrucciones de su esposa, por lo que, si Rachel lo manipulase, la gente no se daría cuenta de su ineptitud. Sin embargo, su acrecentado ego le impedía seguir órdenes y si era Rachel quien lo pedía, se exaltaba y la atacaba sin pensar siquiera en las consecuencias.

A veces intentaba darle problemas prácticos para que los resolviera, como por ejemplo: «¿Qué pasaría si alguien se colase al palacio real?». En esos momentos trataba de darle instrucciones y explicarle la situación, para enseñarle a ese lelo cómo actuar, pero él no se esforzaba en absoluto, y lo único que hacía era llamarla molesta e ignorar todo lo que dijese. Era como si su único objetivo en la vida fuera vencer a Rachel. 

Sofía se acarició las manos posadas en el regazo, tratando de contener las ganas de asesinar a cierto cerdo real que ni siquiera sospechaba nada. Si Rachel se lo permitiese, Sofía iría en persona a darle una charla a esa basura incompetente sobre el destino que le espera a los infieles. 

La joven sirvienta, en realidad, jamás había visto al príncipe en persona, pero le fue suficiente con los informes para formarse una opinión sobre él. Pese a que tratase de ser objetiva, siempre acababa cegada por la ira cuando alguien se ponía en el camino de su ama, o le impedía observar los adorables defectos de Rachel. O, al menos, así era como lo veía. 

❀ ◦ ❀ ◦ ❀ 

Cuando se percató de que su vaso estaba ya vacío, se giró hacia su sirvienta. 

—Entonces, ¿qué es exactamente lo que quieren hacer?

—Planean condenarla en un mes, en la apertura de la nueva temporada social y, tras eso, poner a la hija del barón en su lugar, habiendo roto el compromiso.

—Ya veo. Debe de ser porque sólo estarán los jóvenes; así no habrá nadie para parar esa farsa. Es un plan con una visión a futuro, debe de ser obra de George.

—¿Usted cree?

Rachel se encogió de hombros.

—De ser el plan de Eliot, vendría directamente y lo soltaría todo sin más. No es capaz de preparar nada de antemano. 

—Es un tanto estúpido, ¿no?

—Es el tipo de persona que necesita aplicar todo su intelecto sólo para entender una simple cuestión. Además, sus majestades visitarán las zonas mineras del sur antes de ir a palacio. George eligió un buen momento para su «espectáculo».

—¿Hay otros posibles estrategas involucrados?

—El resto del séquito del príncipe no son más que hombres musculosos que sólo piensan en la cantidad de calorías que ingieren. De las nueve personas que le siguen, ocho son aduladores sin cerebro.

—Me preocupa el futuro de este país. 

—Por eso mismo su majestad no le ha cedido ningún poder, todavía—dijo la joven mientras se levantaba y dejaba caer la bata. Tras confirmar que su piel estaba perfecta, las sirvientas comenzaron a vestirla—. Sofía, entonces, planea acusarme la noche del baile y cambiar de prometida… Después de eso, ¿qué piensa hacer conmigo? Ya que va a exponerlo al público, no acabará todo así sin más, ¿no? Seguro que quieren ponerle fin a esto en un solo golpe. 

—Su planteamiento parece muy infantil por ahora. Al parecer aún no han pensado tan a futuro; planean avergonzarla, hacer que confiese que acosó a la hija del barón y que se disculpe por todos sus pecados. Por lo visto, también piensan llevarla ante su majestad, el rey, en cuanto este vuelva al palacio, hacerla confesar también ante él y así cambiarían a las prometidas sin más problemas. Ese es todo su plan hasta ahora.

—Y después se desharían de mí, dejando que su majestad y mi padre decidieran mi futuro… ¿Realmente ese es todo el plan?

Sofía le puso un vestido sencillo, perfecto para llevar en casa. Después sentó a Rachel en un taburete y las sirvientas se encargaron de maquillarla. Ella prefería un maquillaje muy ligero, por lo que apenas pusieron polvos antes de pintarle los labios de un tono carmesí.

—Después del baile tendrá que pasar una semana antes de que su majestad vuelva a palacio, ¿verdad? ¿Realmente esperan que haga todo lo que me dicen?

—No me puedo imaginar siquiera que se disculpe ante ellos, pero supongo que, como revelarán la «verdad» ante tantas personas, esperan que no sea capaz de soportar la presión. 

—Ni siquiera me lo puedo imaginar… ¿realmente quieren convertirme en la dama más famosa de la corte?

—Un lobo incapaz de ladrar sigue siendo un lobo. Dios, es la primera vez que me hace tanta gracia un debut de la corte—dijo entre risas. Pese a que les costó tanto conseguir toda esa información, Sofía comenzó a pensar que lo mejor sería no informar al amo—. Cierto, quizás si se niega a confesar sus crímenes, se volverán impacientes y la meterán en prisión, sólo para hacerla llorar. —Cuando escuchó las palabras que pretendían ser un broma, Rachel se puso rígida. 

—¿La prisión?

—Sí, al parecer el príncipe tiene la intención de encarcelarla.

—¿Hay una prisión en palacio?

A decir verdad, las dudas de Rachel no eran infundadas; en un país tan pacífico, algo tan tétrico como una cárcel desentonaba en el palacio real. Pese a que de vez en cuando aparecían criminales, nadie le dijo nunca que los encarcelaran en una celda de palacio. 

—Lo confirmé tras recibir la información. Bajo el almacén que da al patio trasero hay una prisión semi-subterránea. Por lo visto el séptimo rey la construyó en su día para encerrar allí a los rebeldes.

En otras palabras, no era más que una reliquia de tiempos aciagos, cuando la corte era un sangriento campo de batalla.

—Pero eso fue hace más de mil años. ¿Aún está en uso?

—Es una habitación de paredes de piedra con rejas de hierro. No hay ni decoración, ni muebles, pero, al menos, el suministro de agua parece haberse mantenido. Bueno… al menos es funcional. Hay oficiales encargados del mantenimiento del lugar.

—Al parecer no hay mucho espacio, pero para una sola persona debería ser más que suficiente. —Cogió el informe y miró con atención el boceto que había dibujado. Si no se habían equivocado, debería tener el tamaño de una pista de tenis—. Dado que se ideó para encarcelar aristócratas, es de mayor tamaño que las celdas «comunes». 

—O quizás la crearon así por la disposición de las paredes y los pilares de la planta baja.

Esa información despertó el interés de Rachel, así que se levantó y comenzó a pasearse por la habitación, mientras la sirvienta encargada de los accesorios la seguía para ponerle su collar. En un momento dado, la joven se paró en seco y la sirvienta, no queriendo desaprovechar la oportunidad, se apresuró en ponerle el accesorio.

—Sofía, ¿La fiesta es en unas tres semanas?

—Sí, creo que sí—dijo ladeando la cabeza. Obviamente, el príncipe realizó todos esos planes en secreto, ¿pero acaso había alguna relación entre eso y la mazmorra?

—¿Tienes la lista de los informes y los objetos que obtuvieron los Gatos Negros?

—¿Eh? Jaj… —Su ama hacía preguntas de respuestas cada vez más evidentes.

El grupo de inteligencia de Rachel, los Gatos Negros, tenían como símbolo el animal que su nombre indicaba. Era un grupo que, bajo la sombra del grupo de logística que operaba en varias regiones del mundo, estaba encargado de conseguir fondos activos y mantener el contacto con varias redes de informadores. Obviamente, pese a ser una organización bajo el mando de la joven Rachel, actuaban como un negocio formal.

Rachel miró, sin mucho detenimiento, la lista más reciente de productos que le acercó la criada, prestando mucha atención a lo que decían las últimas páginas, pues llamaron su atención.

—Esto se ve bien…

—¿Eh?

—Sofía.

—¿Sí?

—Si en tres semanas su alteza romperá el compromiso, significa entonces que no seré yo la reina, ¿verdad?

—Sí, así es, pero… ¿permitirá, acaso, su majestad la ruptura del compromiso? Puede que nunca la apreciara realmente, pero no es tan estúpido como su hijo. —En ocasiones sus comentarios eran un tanto controvertidos, pero a Rachel tampoco le importaba demasiado.

—Eso no es un problema, pues su majestad no estará en el baile. —Por eso no tenían por qué parar los planes de Eliot—. Cuando rompan el compromiso, me negaré a hacer lo que piden. 

—¿Eh?

—Y así acabaré en prisión.

—¿Pero qué…? —No pudo terminar la frase, pues Rachel se giró con el catálogo aún en la mano y realizó una declaración en voz alta y clara, para que todas las presentes la escucharan bien. 

—Serán mis vacaciones indefinidas—afirmó increíblemente emocionada, dejando sin palabras a todas las sirvientas.

—Señorita —tal y como se esperaba, Sofía fue la primera en poder reaccionar—, no entiendo del todo a qué se refiere…

—Bueno, Sofía, en realidad nadie puede entenderlo si no lo explico.

—Exacto.

—Si cancelan el compromiso, no habrá boda. —Levantó un dedo, entusiasmada—. ¿Bien hasta allí?

—Sí.

—Ahora bien —en cuanto vio que Sofía entendió esa primera parte, siguió enumerando y explicando sus razones—, como ya no estaré cualificada para ser reina, entonces tampoco deberé asistir a esas clases. 

—Cierto.

—Por lo que tendré mucho tiempo libre. 

—Es… cierto—dijo, dudosa. Tanto ella, como el resto de las sirvientas, dudaban seriamente del plan de su señorita.

—Entonces, como estuve tanto tiempo trabajando duro, debería pasar algo de tiempo no haciendo más que relajarme y dedicarme a mis hobbies.

—Entiendo su razonamiento.

—¿Qué te parece?, lógico, ¿verdad?

—El abandono del compromiso… —Sofía fue la única que se atrevió a hablar, por lo que actuó como portavoz de todas las presentes—. Entiendo que una vez se cancele el compromiso, quiere tomarse unas vacaciones y disfrutar de su tiempo libre.

—Sí, exacto.

—Pero, lo de que la encarcelen… ¿No sería mejor para usted volver a la mansión después del espectáculo?

—Verás, Sofía, no puedo hacer eso. —Al fin se había dado cuenta de lo que tanto las confundía—. Si fuera a rendirme a medio camino, ¿no vendrían a por mí mis profesores de las clases de «futura reina» para arrastrarme de vuelta?—explicó, golpeando ligeramente a Sofía en la frente, despertándola así de su ensimismamiento—. Podrían decir que «la duquesa Ferguson está usando la excusa de la discusión con el príncipe para faltar a sus clases», o algo así, ¿entiendes? 

—¡Ya veo!

Rachel ya había dado tantas vueltas a su alrededor que comenzó a sudar; estaba realmente emocionada. 

—Es maravilloso, ¿verdad? Después de que ese imbécil rompa el compromiso, asumiendo toda la responsabilidad, podré huir de todas las obligaciones que tengo como duquesa, al menos por un tiempo. ¡Es maravilloso! —Sofía negó con la cabeza; pese a que dijera que era maravilloso, su plan tenía un problema.

—Señorita, ¿no cree que cuando su majestad vuelva, todo volverá a ser como antes? Por no hablar del duque; si protesta, les costará resistir— concluyó con una mirada confusa. 

—Y aún si me encarcelan, me liberarán al día siguiente—dijo con una sonrisa inmutable—. Pero no tienen por qué sacarme de prisión.

—¿¡Eh!?

—Se puede poner por dentro una cadena con su cerradura—dijo, sin dudar un solo segundo.

—¿Por dentro… de la celda?

—Sí, así es.

Si estuviese cerrada por dentro, nadie podría decir que uno está en una prisión. 

—¡Debería prepararme entonces para mis maravillosas vacaciones!

—¿Maravillosas… vacaciones? —Aún entendiendo su punto de vista, todas las criadas pensaban que su reacción era un poco exagerada.

—Supongamos por ahora que estaré allí unos tres meses. Deberíamos preparar alimentos en conserva y algo de entretenimiento para ese período de tiempo. Incluso si es comida enlatada, está bien; añadieron mucha comida nueva al mercado. Informad a la tienda de los Gatos Negros que busquen algo bueno. También deberíamos limpiar y reparar las celdas poco a poco, sin llamar demasiado la atención. Estudiaremos bien el sistema de seguridad, para poder mantener el contacto. No necesitaré una tienda de campaña, pues está en un interior, pero igualmente, me pregunto qué debería hacer con la ropa de cama. ¡Ah, tengo tantas cosas que hacer y tan poco tiempo! —Tenía la sensación que estaba a punto de irse de acampada, por ello le resultó aún más sencillo planearlo todo.

OlfNW4c

Sofía, sin embargo, cuando entendió que su ama estaba hablando totalmente en serio, miró hacia otro lado; estaba confusa.

—Meteremos todos los suministros al mismo tiempo—dijo Rachel a las sirvientas. 

Fuera de sentido común o no, lo que proponía su señorita siempre era lo mejor, aún si lo único que hacía era escapar de la realidad para evitar las clases de «futura reina». Mientras se divirtiera, nada más importaba.

—Como es una mazmorra, deberíamos poner suficiente iluminación y conseguir cantidades ingentes de repelente de mosquitos. 

—Creo que deberíamos llevar solo un mínimo de comida. ¿Le gustaría que llevemos té dulce, o no será necesario?

—Si no podrá salir, también deberíamos proporcionarle novelas y algo de poesía…

—Vaya, ¡estáis muy animadas! —Como nadie se había opuesto a su plan, comenzaron las preparaciones para sus maravillosas vacaciones

❀ ◦ ❀ ◦ ❀ 

Mientras en el salón comedor.

—Oye, ¿Rachel sigue…? Ya pasaron cuatro horas desde que volvió.

—Se lo dije hace tres horas, pero…

—Qué hambre…

Capítulo anteriorCapítulo siguiente

Lista de capítulos

Bookmark

No account yet? Register

No robes contenido!!!